viernes, 26 de junio de 2009

Me pregunto...


Me pregunto por la medida de las palabras…

¿Por qué no decir todas las que pujan por salir?. ¿Por qué uno se tiene que arrepentir muchas veces de lo dicho? Supongo que será por las consecuencias, por el temor a ellas.

De todas formas en el silencio cabe todo, y todo lo puede contener. Son los actos los que deben dar cuenta de las cosas; pero se enriquecen mucho más acompañados de las palabras.

Lo que sí está claro es que uno se tiene que hacer responsable de las consecuencias, y no siempre son de nuestro gusto.

Sakkarah

8 comentarios:

  1. Prefiero los gritos sonoros, a los gritos mudos de los silencios.
    Y que cada uno se banque lo que dice.
    Un beso.

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  2. Pienso exactamente como OdiolaNieve
    no se debe callar, el silencio es una agresión a veces el otro necesita saber o que le den explicaciones por actos en que es el afectado.
    Como decís: "son los actos los que deben dar cuenta de las cosas" y acompañados de las palabras
    Un beso

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  3. Yo a veces me arrepiento, Od...

    Sí, Aurorainés, pero a veces se habla de más...

    Besos a las dos, muchos.

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  4. Buenas,

    Yo creo que antes de dejar salir nuestras palabras libremente, debemos contar hasta 10. Es decir; a veces es mejor pararse a pensar si el motivo es tan importante como para enzanzarse con un amigo. Si consideramos que si: adelante. Pero luego no nos lamentemos de las palabras dichas. Ya que una vez pronunciadas no habrá marcha atrás.

    Besos
    Jim

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  5. Sí, Jim, llevas razón, deberíamos contar, y serenarnos antes.

    Muchos besos.

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  6. A veces los silencios son también gritos que nadie oye. Y a veces también las palabras son como piedras lanzadas al vacío... porque no sirven de nada las explicaciones.

    Hay que caminar como se pueda.

    Un abrazo Sak.

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  7. Cuánta razón tienes Sakk, deberíamos contar y serenarnos antes de lanzar las palabras sin ton ni son, más que como dardos como verdaderos misiles que dañan hasta lo más profundo...y luego ya no hay marcha atrás porque ese daño cuesta mucho repararlo.

    Ya se sabe que algunas palabras causan más estragos que una bofetada.

    Y si encima son a grito pelado...se pierde toda la posible razón. No hay nada más desagradable que una persona gritando como si hubiera perdido el control de su juicio.

    Besitos, Sakk

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  8. Pues sí, Chesana, a veces es así...

    Sí, Lunay, cuesta sanar las heridas que dejan las palabras.

    Muchos besos a las dos con cariño.

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